sábado, 23 de enero de 2010

El frío de mi casa y la noche de Reyes

Ya llegué a mi casa de Talavera de La Reina, donde la calefacción fue la protagonista al calentar una vivienda fría y con un turbio olor a cerrado. Tres semanas en Tenerife, la tierra que me vio nacer, crecer y espero que me vea también morir, me han servido para darme cuenta de lo maravillosas que son las siete islas afortunadas.

Recuerdo cuando aún residía en Tenerife y ni se me pasaba por la cabeza salir de la isla. Cuando iba para el sur o para el norte en invierno y veía el cielo “encapotado”, miraba con cara de pena a los turistas que no paraban de sonreír luciendo sus piernas blancas con cholas y calcetines de raquetas, camisillas veraniegas y bolsas de deportes con miles de potingues para resguardarse del sol. – qué pena, se pagan el viaje para canarias y está todo nublado, si yo fuera ellos no volvía más – pero, ahora que vivo en la península, me doy cuenta de lo que ellos buscaban con las vacaciones invernales. No pedían sol o playas tranquilas, no, querían escaparse y dejar a un lado los abrigos, calentadores, bufandas, guantes, pasamontañas, calzoncillos largos y demás ropaje digno de una ciudad que pasa cinco meses rondando los cero grados.

Con los peninsulares pasa lo mismo y es que esta mañana, aquí, en Toledo, y antes de escribir esto que estás leyendo, paseé por la calle forrado hasta la cabeza para resguardarme del frío, mientras el día anterior estaba asomado en el balcón de la casa de mi tía en Candelaria sin camiseta mirando el mar.

Llegué por la tarde a Madrid y lo primero que hice fue ir a un HIPERCOR para comprar algunas cosas, puesto que, la nevera y despensa de mi casa estaba vacía. Luego acordé con Kersty quedarnos en Madrid a pasar la víspera de Reyes, pasear por Sol hasta llegar a la plaza Mayor y comernos para cenar un buen bocadillo de calamares. A partir de ahí, unas copitas en la zona y para casa. La sorpresa fue cuando llegamos al lugar de los hechos. Íbamos en mi coche desde Barajas hasta Gran Vía y pensaba en lo bien que se lo estarían pasando los amigos en la zona del Callejón del Combate y alrededores, las prisas de la gente comprando los últimos regalos, esas tiendas cerrando a las dos de la mañana para intentar vender algo más.

Madrid era diferente. Mi reloj marcaba las diez de la noche y las tiendas estaban cerrando, la gente se acumulaba en los bares y restaurantes, mientras otros corrían rápidamente hasta las bocas del metro para ir a sus casas. La Puerta del Sol iba desvaneciéndose con el paso de los minutos y sólo me quedaba ir a la calle Preciados. Sorprendente, diez y media de la noche y las tiendas estaban cerradas, mientras los “amigos del Top Manta” intentaban regatear para conseguir relojes baratos, aún más baratos, mientras los vendedores vendían agarrando las cuerdas de sus sábanas repletas de imitaciones y con el rabillo del ojo mirando por si alguien gritaba ¡Agua, agua!.

A las once de la noche no quedaba nadie en las calles de Madrid. Me arrepentí de haberle enviado un mensaje a un amigo que estaba en el Callejón del Combate de fiesta, diciéndole que estaba en Sol paseando y me iba de juerga. Qué mejor que en Tenerife para estar en la calle. Miro la hora de un reloj digital que colgaba de un establecimiento y marcaba las once y cuarto, luego, este cambió y me dio la temperatura: 6 grados.

De repente noté en mi cara y en el resto del cuerpo el porqué la noche de reyes es muy diferente en Tenerife y en Madrid, el frío me estremeció. Lo primero que pensé antes de irme fue: “el año que viene me vuelvo después de reyes”. Terminamos el paseo por la plaza de Santa Ana viendo como cerraban los puestos del rastrillo.Conclusión final y como decía un anuncio de una cerveza nuestra: “Canarias, que suerte vivir aquí”, o mejor dicho para mí: “Canarias, que suerte vivir allí”.

lunes, 11 de enero de 2010

Aspirante a abogado de Belén Esteban y ¡No! A la manifestación en el estadio

Desde este lugar de La Mancha donde me encuentro y desde donde veo pasar noticias buenas, no tan buenas y malas por los principales diarios que cada día intento devorar y que llegan desde el archipiélago canario a través de la red, quiero manifestar varias cosas que iré desglosando por partes a continuación:

Se hace difícil conocer todo exactamente como es y mi comentario se basa en lo que mis compañeros periodistas escriben en sus diarios, comentan en sus blogs o directamente hablan en la radio que escucho, siempre que mi labor me lo permite, a través de Internet.

No le daba tanta importancia hasta que un amigo de Toledo me comentó, o más bien me preguntó - ¿Qué pasa en tu isla con el Plan General? – Me sorprendió que algo tan local llegara a oídos de una persona en la que dudaba que supiera donde están situadas exactamente las Islas Canarias como me ha pasado con mucha gente por aquí.

A partir de ahí me propuse que en mi viaje navideño de tres semanas a Tenerife me iba a enterar un poco más de lo que pasaba con el Plan General de Ordenación de Santa Cruz. No era precisamente para comentárselo al susodicho, simplemente era por curiosidad. Hace algo más de año y medio estaba al tanto de todo, pues cubría este tipo de convocatorias de prensa, manifestaciones y demás.

Lo cierto es que leyendo me encontré con un nombre al que asociaba con todos los actos que le pudieran dar publicidad, notoriedad y un protagonismo digno de Belén Esteban pero en otro ámbito menor. Ese nombre era el del abogado salvador de los intereses ¿Intereses de quién? Pues no lo sé.

Me intenté enterar de todo y las conclusiones que saqué fueron que el Plan General era tan bueno como tan malo, según a quien le preguntaba, eso sí, por lo que me comentaron ganaba el que el plan era bueno. Me llamó la atención la falta al pleno decisivo de tres concejales del grupo socialista a los que no voy a poner en duda su justificación, faltaría más.

En este blog quiero manifestar, en primer lugar, una protesta en contra de letrados que intentan autoproclamarse defensores del pueblo, navegando por ríos a contracorriente. Al fin y al cabo es lo que da publicidad. Tengo un amigo abogado al que también le gusta la farándula y una vez me dijo que se sentiría realizado defendiendo a Belén Esteban, por ejemplo. Mi pregunta fue – ¿La defenderías por sus problemas con su hija, separación y demás? – A lo que me contestó – No, lo haría por salir en la tele y convertirme en el abogado del diablo más famoso de España –.

En segundo lugar y como estamos en un estado libre y democrático donde todo el mundo puede opinar, invito a todos los ciudadanos y ciudadanas que vayan al estadio el próximo domingo a ver el Tenerife contra el Barcelona que no lleven lazos negros ni carteles hablando del Plan General de Ordenación. Como amante del fútbol, aficionado desde niño al Club Deportivo Tenerife y accionista, rechazo la mezcla de temas políticos, judiciales y de notoriedad para “alguno” con el deporte. El estadio está para ir a hablar de fútbol, gritar, animar, insultar, poner a parir a los jugadores, celebrar goles, criticar el juego, silbar al presidente, comentar los cambios, escuchar la radio, comer pipas, beber refrescos, ondear bufandas, cantar el “Chicharrero de Corazón”, celebrar victorias… incluso, si el partido está aburrido, irte con la parienta o pariente al final de la grada y darse unos morreos.

Para manifestarse, a la puerta de la institución competente, y para el letrado, ya que estoy en Madrid, le intento buscar un contacto para entrar en DEC.
PD: Aunque también te digo una cosa, ahora entiendo el empecinamiento del abogado en entrar en un pleito como este. ¿Qué diferencia hay entre el programa DEC y un pleno extraordinario del Ayuntamiento de Santa Cruz?